REGLA Y EL OBJETIVO DE LA ORDEN

Meditación 1

Habla Jesús el Maestro: 24 Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. 25 El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. 26 Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. (Juan 12:24-26)

El Maestro pone ante nosotros en el ejemplo de su propio sacrificio el secreto de la fructificación. ¡Se entrega a la muerte, y he aquí! se convierte en la fuente de nueva vida para miríadas. Levantado de la tierra en sacrificio, atrae hacia sí a todas aquellas multitudes de las cuales los griegos, cuya venida encendió su visión, son el anticipo y la profecía. La vida amada perece: la vida a la que se renuncia es eterna. (cf. Juan 12:20-21)

 

Meditación 2

Esta ley de renuncia y sacrificio, que es la ley de la propia vida y fructificación del Maestro, la impone también a sus sirvientes, pidiéndoles que lo sigan por el mismo camino. A los que así lo siguen, les promete la recompensa inefable de la unión consigo mismo y la aceptación del Padre.

 

El objeto, pues, de la Primera Orden es edificar un cuerpo de hombres y mujeres que, aceptando a Cristo como su Señor y Maestro, procuren seguirlo en el camino de la renuncia y del sacrificio como acto de testimonio y para el servicio amoroso de sus hermanos y hermanas en el mundo.