La regla de vida de estos hermanos es ésta:
vivir en obediencia, sin propio y en castidad con o sin celibato, seguir la enseñanza y las huellas de nuestro Señor Jesucristo,
que dice:
Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme (Mt 19,21).
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame (Mt 16,24).
Si alguno quiere venir a mí y no odia padre y madre y mujer e hijos y hermanos y hermanas, y aun hasta su vida, no puede ser discípulo mío (Lc 14,26).
Todo el que haya dejado padre o madre, hermanos o hermanas, mujer o hijos, casas o campos por mí, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna (cf. Mt 19,29).
(1, regla de 1221; 1-5)
OBEDIENCIA
Jesús dijo, "El que me ama, guardará mis mandamientos" (Juan 14:15). Los hermanos entienden obediencia como la aceptación de la Voluntad Divina del Padre, amantes de Dios y de la humanidad con la cual alcanzan su integridad y su pleno cumplimiento.
Los hermanos han de satisfacer dos funciones en el universo. En primer lugar, deben compartir el sacerdocio de Cristo, ofreciendo para sí mismos y a nombre de toda la creación el sacrificio de la alabanza y acción de gracias al Creador. Ese sacrificio se expresa en amor obediente. En segundo lugar, somos llamados para cooperar con Dios en la consolidación de la sociedad del amor. Es el Reino de Dios que nuestro Señor Jesucristo ha traído a nuestro medio.
Podemos aquí y ahora entrar en él confiados en la fe que tenemos en él. Hasta el punto de que hagamos esto, Él puede utilizarnos como los agentes a través de quienes amplía su amor a otros.
La obediencia no se satisface en un aceptar pasivo y obedecer las direcciones de otras. Implica el ofrecimiento de nuestra personalidad entera con todos sus regalos.
Para los miembros de Sociedad de San Francisco - Orden de Frailes Menores Anglicanos - OFMA - Comunidad Religiosa, significa tomar nuestra parte de responsabilidad completa en la vida común de la comunidad cristiana.
La obediencia significa entregar no solamente nuestras capacidades sino también nuestras ideas e iniciativas a la creación del amor dentro de la comunidad, de la iglesia y del mundo alrededor de nosotros.
La responsabilidad de los hermanos está dirigida a Dios, a la sociedad y a ellos mismos. Los hermanos no se esfuercen en buscar los mejores puestos, cuando les llaman para ejercitar la autoridad, procurarán estar al servicio de todos.
Los hermanos llamados al ejercicio de la autoridad han de ser apacibles, prudentes y una fuente de luz. Si somos humildes ante Dios en este modo, podremos vivir como seres humanos alegres y despreocupados, preparados para ampliar nuestro amor y cuidado a todos.
La obediencia no será impuesta sino resultado de la humildad interna y cariñosa de cada hermano a Dios. Se manifiesta en obedecer la regla de la orden. Todos los hermanos están bajo obediencia a la regla de la orden.
Los que han sido llamados a ejercer la autoridad en La Orden tienen la responsabilidad de administrar la regla y vida y de velar por las decisiones de la orden y de su puesta en práctica. Los hermanos deben obediencia primero a su ministro General seguido por el Obispo Protector. Mas ningún hermano está obligado a obedecer en aquello contrario a las enseñanzas de Jesucristo, según lo revelado en la palabra de Dios escrita, o la guía de su propia conciencia.
SIN PROPIO
(Compartir)
Todos los creyentes vivían unidos y tenían todas las cosas en común; vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según las necesidades de cada uno. Con perseverancia acudían diariamente al templo, partían el pan en las casas y compartían los alimentos con alegría y sencillez de corazón: alababan a Dios y se ganaban el aprecio de todo el pueblo." (Hch. 2:44-47a).
Aunque los hermanos pueden hacer uso de los necesario para la vida y ganar el dinero en la ayuda de sí mismos y sus familias y dependientes, deben demostrar su preparación para vivir simplemente y para compartir con los otros. Los hermanos han de evitar el lujo y la ostentación, y, con respecto a sus posesiones, como confianza de Dios, han de saber que sólo son administradores, limitarán su gasto personal solo a aquello que es necesario para la salud del alma y el cuerpo. Puesto que el amor completo da todo, los hermanos practicarán de continuo la generosidad y la solidaridad que da a todos. En tanto hagan esto reflejarán la aceptación de aquellas palabras del Evangelio: “Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme (Mt 19,21).
CASTIDAD
Jesús dijo, "Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento y el más importante de todos. El segundo es semejante a éste: Amará a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basa toda la ley y los profetas.” (Mt. 22:37-38).
La castidad según lo interpretado por la Sociedad de San Francisco, representa la pureza en conducta, intención, pensamiento, sencillez en las palabras, integridad personal y la entrega de nuestro ser entero a Dios. Nuestro corazón dado a él, reconociendo que pertenecemos a Dios solamente, y debido a este conocimiento, vemos al resto de la gente como parte de Dios. Para los hermanos, soltero o casada, el compromiso de la castidad significa la pureza de conducta y de intención. Los hermanos saben que la castidad implica el sincero amor a Cristo, sin demandas o la expectativa de una recompensa. Significa amar pero no apropiarse. El amor es voluntario, habitual y una parte de su ser. Dentro del amor, las emociones y la intimidad de relaciones sexuales se expresan solamente en la vida matrimonial; una limitación que nos fija todo libremente para amar a mucha gente con franqueza y generosidad. La Sociedad de San Francisco - Orden de Frailes Menores Anglicanos - OFMA - Comunidad Religiosa acepta la unión, entre el hombre y la mujer, como forma de vida muy honrada, igual que la forma de vida de los hermanos célibes. Creemos que la castidad con o sin celibato son forma de vida igualmente santas, con diferencias solamente en privilegio y responsabilidad. Es solamente una cuestión de discernir a qué forma de vida uno es llamado.
La santidad se puede vivir en el mundo, en el monasterio o en la comunidad fraterna, pero todos somos llamados a la santidad. La Sociedad de San Francisco ve la unión entre un hombre y una mujer, como relación convenida donde dos se convierten en uno, y por lo tanto la castidad en la unión es igualmente santa como la de los hermanos célibes.
Los hermanos respetan y valoran a sus esposas y con ellas, harán o renovarán su voto de la fidelidad, no solamente en vista del regalo de la intimidad sexual sino también en dar y compartir todo lo que ellos son y tienen. Usando el convenio de la unión como su modelo, los hermanos buscarán, construirán y apoyarán el verdadero sentido que tiene la familia y la comunidad cristiana.
Para los hermanos que han elegido el celibato por amor al Señor, dan a conocer a otros la intención de hacer una vida común junta con otros hermanos en Cristo. Para el célibe, la castidad no será una causa de orgullo, sino una expresión de su amor a Cristo. El celibato sin amor es vano. Para todos, la castidad no es el rechazo de su propia sexualidad o la de los demás personas, sino el aprecio de esta sexualidad como la expresión sacramental de la relación humana en el amor.